Soy uno de ellos. Sí, lo reconozco, formo parte de esas hordas de turistas que invaden una ciudad por un breve espacio de tiempo, cuando una low-cost lo pone al alcance de su bolsillo.
Visitas fugaces a los "10 lugares indispensables" me hacen sentir que estoy en un gran parte temático, donde nada es de verdad, si rascas, todo es cartón piedra.
No puedo evitar preguntarme: Is this London?
Pero a veces, si te paras un instante, si observas con cuidado, algo de realidad se cuela por el decorado y aparece ante tí.
Y una mañana de un domingo cualquiera, descubrí Londres en esos rincones, donde la gente no hacía cola para subir al London Eye, ni esperaba para visitar la National Gallery o el British Museum, no se aglomeraba en los puestos de Camden, ni fotografiaban autobuses rojos y cabinas de teléfono, sino que eran aquellos de caminar tranquilo que paseaban a su perro, que charlaban sin prisa a pesar del frío, que esperaban,..., que vivían la auténtica ciudad sin entradas ni guías.
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