Desparejados



Siempre he considerado los pares de pendientes muy semejantes a las parejas de amantes. Largos, cortos, hippies, horteras, recargados, sencillos, de colores chillones, monocromáticos, la diversidad es tan grande como las tipologías de relaciones que conozco. Pero tienen algo en común, están destinados a estar juntos, aunque a veces, quizás demasiadas veces, no es para siempre.
Cuando encuentro un pendiente sólo, tirado en el suelo, pienso “es él el que ha decidido ver otros mundos, adornar otras orejas o experimentar que se siente estando sólo”. Pero cuando es uno de mis pendientes el que desaparece, miro al otro con tristeza, él es sin duda el abandonado.

 Esta es la razón por la que de un tiempo a esta parte, cada vez que encuentro un pendiente, o que él me encuentra a mí, considero que soy yo lo que buscaba, me convierto en el destino de su viaje, pero cuando pierdo uno, no puedo evitar compartir la tristeza del abandonado.

 Acogidos


 

 



Abandonados









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Sobre mi

Pedagoga con inquietudes fotográficas. Desearía recorrer cada rincón del planeta captando con mi cámara las huellas que en mí deje el camino.

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